viernes

Del placer y la caca

El otro día en una reunión con unos amigos y en una de estas conversaciones profundas,  me vino a la memoria algo que decía un compañero sobre que era lo que daba mayor placer en la vida.
Él defendía que no era comer, cuando tienes mucha hambre, o beber cuando estás sediento, ni por supuesto el sexo, según él, lo mejor del mundo, era echar una buena cagada, y te ponía en situación, te da el apretón, sudor frió, dolor de tripas, cierras el culo y sales corriendo a la taza del vater o donde sea, te estás bajando los pantalones crees que no vas a poder aguantar y por fin, prueba superada, el momento del clímax...
La verdad, no sé si será lo que mayor placer da, pero sí que es verdad que te quedas muy a gusto.

Y es que de esto de cagar nadie se escapa, y surgen como no, anécdotas que el que más y el que menos hemos vivido, me vienen a la memoria un par de historias, como la de aquel compañero por un parque   de Madrid que en plena carrera y con sus mallas ajustadas de color claro, le sobrevino tal apretón que no pudo más que cagarse encima y para apañar un poco el asunto, le pidió a uno de mantenimiento de jardines que le  limpiara los bajos con la manguera que estaba usando para regar, hubo otro que aun fue peor, ya que tras tomar por la mañana un zumo de naranja Express, y casi antes de que llegara al estómago, se cagó encima con pantalón y botas de montar, ese si que lo pasó mal, todo el día con el pastel pues eso no había ni dónde ni  quién lo limpiara.

Hay veces que es la naturaleza la que te llama, otras veces por genética, el que tiene el colon irritable, pues sabe  que tiene que llevar papel de combate siempre a mano, y otras veces puede ser provocado. Como aquella vez que en venganza por una broma de mal gusto, le echaron “ EVACUOL” al bromista, empezaron con unas gotas en un café como les dijo la farmacéutica , pero como no hacia efecto y ante la impaciencia por la venganza, terminaron con el bote que era para una semana en un día, he de aquí, que tardo en hacer efecto, quizá lo que tenia que tardar, pero durante la noche de fin de semana, entre copa y copa, y con una Julieta recién conquistada, llegó  el apretón, y entre beso y beso, tenía que salir  corriendo a la calle, por que aquello no se podía sujetar, y entre los coches estacionados se desahogaba, para volver con su Julieta darle un beso  y volver a salir corriendo, Joder parecía un castigo divino, para un vez que ligaba y le pasaba esto, y yo me pregunto, ¿Con qué se limpiaba el culo? ¿Se daría cuenta su Julieta del aroma “eu de cloack”?

Son situaciones embarazosas, pero ¿quien pasa más vergüenza, el que es descubierto o el que lo descubre...? Me ocurrió un verano por el parque natural del SALER en Valencia, currando a caballo(por el tema de los incendios), que vimos un movimiento raro, una persona se metía entre la maleza y pensando que podía ser un pirómano, en total silencio, mi compañero y yo, nos desplegamos para rodear al sospechoso, que sorprendimos por los flancos,  en un pequeño claro, de no más de cuatro metros cuadrados, en cuclillas y con el cuerpo del delito en la mano, un rollo de papel higiénico que nos mostraba, mientras con la otra se intentaba subir los pantalones a la vez que se incorporaba tartamudeando del susto o la situación excusándose con que le había dado un apretón y remarcándolo con una pedorreta larga y sonora  tipo mascleta valenciana.

En fin como dice el poema a la caca,
CAGAR ES UN PLACER,
 de cagar nadie se escapa
caga el rey, caga el papa,
caga el buey, caga la vaca
y hasta la señorita más guapa
hace sus bolitas de caca.

1 comentario:

  1. Hubo un dia un polilla de servicio en la Cala de la Granadella en Jávea (Alicante), que se bebió un café marca El Avión (porque te cagas volando). Pues semejante número benemérito, se fue al acantilado de dicho lugar, donde desde tierra nadie jamás podría verlo, se desvistió de cintura para abajo y agarrándose a un achaparrado pino, se puso a mirar al horizonte mientras aliviaba sus retortijones. Pues en semejante pose, se encontró cara a cara, con un llaud (barco de pesca de madera), cargado de alemanes que iban de pesca con sus señoras. Claro, no había escapatoria, aquello era inevitable, pero los pescadores y pescadoras, comenzaron a reír y a saludar efusivamente, así que en un arrebato de valentía, el polilla, agarró su teresiana que estaba a escasos centímetros de su mano, se la puso y saludó. Menos mal que en esas épocas, no había teléfonos móviles, pues me hubiesen echo más famoso de lo que me hubiese gustado.

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