martes

La edad del espíritu


Con estos  cambios bruscos del clima, del calor al frío, del frío a la lluvia y de la lluvia al viento, uno cuando pasa de cierta edad, y me refiero a la cronológica, lo nota en los huesos, y es que sales de la cama o te levantas del sofá y parece que vienes de un partido de rugby donde te han dado hasta en la foto de la primera comunión. Necesitas cinco  minutos de calentamiento para  enderezar el lomo y conseguir andar sin que parezca que llevas puestas las aletas de buceo.
Y es que los años no pasan en balde, y las vivencias que vamos teniendo se acumulan en nuestro disco duro y se reflejan en nuestro cuerpo. Si cada uno de nosotros dibujase la velocidad de la línea del tiempo en el que transcurre nuestra vida, seguramente el trazo sería el mismo. Comenzaría con una línea ascendente, que lentamente va subiendo como un carro de los de la montaña rusa, para mantenerse en la cima por un breve lapso y luego ir cayendo, aumentando la velocidad según van pasando los años, para finalmente llegar a una parte más llana, y por último quizá, otra vez un poco cuesta arriba.
Pues resulta que el otro día en el cumple de una amiguita de mi hija, recordé  mis años de pubertad, que entonces pasaban lentos, no veía el momento de cumplir los dieciocho, instante del pistoletazo que marcaba la salida del maratón de la vida adulta, para el que uno se prepara desde la infancia, aunque para ser sincero, creo que el objetivo era llegar a la edad legal para obtener el carné de conducir, y poder pasear a una novia imaginaria, en un bólido inalcanzable por la ruta 66.
Al parecer, según cuentan los eruditos, esto de cumplir años, es mucho más complejo que intentar apagar las velas de broma, puestas en la tarta, que se vuelven a encender después de haberlas soplado cien veces, con la consiguiente lluvia de babas sobre el pastel.
Y es que resulta que la edad cronológica es la de los años que vamos cumpliendo, pero, además, tenemos la biológica, la psicológica, la funcional y la social. Brevemente explicado, son la de nuestra salud, la mental, de capacidades físicas y de nuestras relaciones con los otros.
Hay que joderse lo que tiene que inventarse la gente para justificar su trabajo.
Pero pongo un ejemplo y así nos aclaramos. Una persona puede tener 60 años cronológicos(sesenta castañas). Como se cuida con una dieta equilibrada y tiene buena salud, biológicamente le restamos diez años. Hace algo de deporte y no tiene grandes achaques físicos, funcionalmente le restamos otros cinco. Es participativo en varias actividades de voluntariado, además de estar estudiando un idioma, socialmente le restamos otros cinco. Pero encima resulta que es un gigoló, cuida su forma de vestir y le gusta salir a bailar los sábados a la discoteca, donde  siempre busca chavalas de cuarenta como pareja. Que puestos a echar cuentas es la edad con la que psicológicamente se siente 60-10-5-5= 40.
Yo, a esta edad que nos da el resultado y resumiendo toda la ciencia anterior, le llamo la edad del espíritu. Y es que en el mundo, te puedes encontrar con gente de veinte tiernos años que arrastran sus pies por la vida como si tuvieran ochenta, y gente de ochenta que se sienten como jóvenes de veinte.
De los que pasean por la vida sintiéndose mucho más mayores de lo que son, los hay que tratan de corregir esa mala sensación con la cirugía, pero nunca se conforman, por que no logran el objetivo. Ya que por mucha cirugía que se hagan la edad del espíritu no se puede operar.  Finalmente es curioso ver, como estos últimos son fácilmente identificables, por la cara de lagarto hinchado, con una reacción alérgica grave, que se les va quedando a todos, después de tanto retoque facial. 
Así que mientras no inventen un espejo con photoshop que disimule el paso del tiempo, o que mediante un análisis te muestre con la edad real que tienes, y eso solo le interesa a los jóvenes de espíritu. Habrá que conformarse con el paso de los años, llevándolos con clase y dignidad. Los pelos de las orejas habrá que recortárselos y las canas, al que le molesten, que se las tiña. Pero si uno tiene curiosidad, y quiere ver y cambiar la edad de su espíritu por que se siente más viejo de lo que es. Que se fije en el reflejo de su cara en el espejo, y mire a través de sus ojos un poco más allá, para saber en que puede mejorar. En lugar de pensar en meterse en un quirófano para ponerse el ombligo a la altura de los pezones y los labios como morcillas de Burgos.
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1 comentario:

  1. xq tiene q ser en la ruta 66 como los americanos y no en la autovía o comarcal como buen español ?

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