viernes

Typical Spanish

Me identifico como patriota, pero sin gestos y extravagancias anacrónicas  o símbolos trasnochados. Me siento orgulloso de ser Español y defiendo la cultura y tradiciones de este país o “cosa”, como recientemente escuché decir a un chaval, que se dedica al balompié, padeciendo de algo miedo y mucha falta de tablas.
Al que le apetezca ser de otra patria, sinceramente..., que se vaya a tomar viento fresco, y tanta paz lleve como descanso deje, pero que no espere de mí obtener más beneficio que el de la absoluta indiferencia, sobre todo si soy insultado o no soy bien recibido, por cometer el delito de sentirme fiel a mi nación y a los colores de mi bandera.
Después de esta breve introducción aclaratoria, me centro en la cuestión del título de la entrada.
 Tanto en los viajes que he podido realizar por regiones foráneas, de las de más allá de la península ibérica, como en las oportunidades de relacionarme con gentes de otros lares, de vez en cuando me he topado con personajes que al hablar de España, la alababan con expresiones sobre la pasión de los Españoles, la siesta, el color rojo, los toros, la paella, la guitarra, el flamenco, las castañuelas, la fiesta y una largo etcétera de oles, y yo nunca he podido poner más, que una sonrisa ligeramente forzada y gesticular afirmativamente con la cabeza, para seguirle un poco el cuento al cansino de turno.
Que si yo no me puedo creer que todos los suizos se dedican únicamente a hacer relojes, navajas multiusos y chocolatinas, o que todos los chinos hacen kung-fu, que todas las familias Italianas son como la de la peli del padrino, o que Inglaterra entera se para a las cinco en punto, para tomar un té con pastas. A que cojones me vienes a contar a mí tanta soplapollez.
Y como no tengo superpoderes para entrar en la mente del flipad@ de turno que con la cara colorada y los ojos vidriosos  por el efecto de los caldos, comienza a taladrar con acento de guiri, la oreja de un sufridor,  ¡ESSpaaañolllo! OLÉ y con gestos folclóricos de taconeos y pases de verónica me ocasiona un brutal sangrado de ojos, trato de imaginar lo que tiene que pasar por su cabeza, cuando piensa en España y los Españoles.
Menuda ecografía cerebral se abre ante mis ojos, siempre borrachos, de fiesta, corriendo con los toros pisándonos los talones, descansando con una buena  siesta tras comer perpetuamente paella. El becerro de turno, se pensará que aquí nos despertamos a medio día y lo primero que hacemos es tocar las palmas y marcarnos un zapateado, que en el salón de casa tenemos un capote con el que practicamos por tandas, alternando con la guitarra y las castañuelas, y que cuando tenemos una conversación siempre la terminamos con un quejido de cante jondo.
Pero la culpa no es nuestra y aquí me sale la vena patria, si bien es verdad que son destacables esas tradiciones, patrimonio y cultura, e inevitable el que al saber del origen de uno, le hagan comentarios de lo que se conoce, como se puede hacer con el futbol o el basket Español en los últimos tiempos, no es menos cierto, que el pensar que a todos los Españoles nos gustan los toros, sabemos tocar la guitarra y hacer una buena paella, solo cabe en la almendra de un cierto tipo de cebollino con cámara de fotos al hombro, vestido de tirolés con chanclas y calcetines, adicto a la sangría y que de lejos parecía tonto, pero se ve que de cerca lo es.






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