De la mujer estafadora y el hombre idiotizado.
Una tarde primaveral de temperatura cálida, sentados en la terraza de un chiringuito en el que la luz del sol atravesaba los espacios entre las laminas de madera oscura de una persiana que se mecía al compás de una suave brisa, haciendo que la sombra sobre el suelo creara una falsa sensación de encontrarnos navegando al pairo en un viejo navío. Apoyados en una mesa de madera rugosa y mal lijada cual lobos de mar contando viejas historias, me encontraba con un par de buenos compañeros tomando unas cervezas, saboreando cada trago refrescante que bañaba la garganta, notando estallar cada burbuja en el paladar. Uno de ellos, el más joven, alto, delgado, barbilampiño y de mirada rasgada, contaba su reciente experiencia con una mujer. La conoció durante una noche, se fijó en ella nada más entrar, casi de su misma estatura con una melena hasta la cintura de pelo castaño oscuro, liso, y con destellos azabache. La cara blanca como la leche, haciendo contraste con unos lab...
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