Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2012

¿DUELE MORIRSE?

 ¿Os acordáis del juguete de un mono colgado de unos aros olímpicos, que cuando pulsabas los botones laterales, subía y bajaba ejercitando piruetas? El mecanismo era sencillo, todo giraba entorno a una goma elástica, pero yo de pequeño, con la tontería de ver el mono dando vueltas me podía tirar toda una tarde. Ahora los niños pequeños, no sé, si por la televisión, internet o la leche con   Omega tres, usan el ordenador, el teléfono táctil y la consola Nintendo como si de hackers profesionales se tratase, y yo con su edad, flipando con el monito de las volteretas. El caso es que los pequeños de ahora, igual manejan esos aparatos que te hacen preguntas, que ni sabes como contestar, ni son propias para su edad, o al menos eso creo. Por ejemplo el otro día...   ¿Papá... duele morirse? ¡Venga ya!... si yo no me he planteado esa duda existencial con casi cuarenta, cómo diantre se lo plantea una pitufa de cinco años, y peor aún... qué le contestas. Ni ganas de darl...

LA HIPÓTESIS DE GAIA

Imagen
Navegando por la red estuve leyendo una noticia, en la que según cuentan, parece que unos científicos de una universidad, de las que aún pueden gastar posibles, en proyectos de investigación, habían descubierto un compuesto del azufre, que podía ser el nexo de unión entre los distintos organismos y ecosistemas del planeta, dando fuerza a la hipótesis de Gaia. Esta presenta al planeta como un único organismo viviente, y sostiene, que todos los procesos físicos y biológicos que se dan en la tierra están conectados y forman un complejo sistema capaz de regularse por si mismo. Al margen de cuestiones científicas o esotéricas, he tratado de recordar en que momentos he podido realmente estar en comunión con Gaia, conectado a esa red imaginaria, en la que uno se puede sentir parte de un todo.   Para algunos puede que sea un instante durante un paseo por el campo, en la playa tomando el sol, admirando el paisaje desde la cima de una montaña, montando en bici, buceando y podría poner...

El enigma de las tetas

Lo primero que me sorprende es que el programa Microsoft Word no reconozca la palabra teta, al escribirla la marca en rojo,   qué poco “espabilao” tiene que ser el encargado del diccionario del Word.   Según la R.A.E., reza como significado “Cada uno de los órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y sirven en las hembras para la secreción de la leche.” Dicho así, la verdad es que pierden mucho del glamour, la curiosidad y la atracción, que despiertan entre los hombres ese par de órganos glandulosos, que bien lucidos con un elegante escote, hacen imposible, aunque solo sea por una décima de segundo, el que todo varón que se precie de serlo, ponga la vista en ellos con avidez y deseo, aunque la potadora de los atributos, nos esté narrando uno de los episodios más impactantes y dramáticos de su vida,  contrita y a lágrima viva.    La cosa debe venir desde tiempos inmemoriales, y siempre está en boca de todos, y digo el tema...

De la mujer estafadora y el hombre idiotizado.

Imagen
Una tarde primaveral de temperatura cálida, sentados en la terraza de un chiringuito en el que la luz del sol atravesaba los espacios entre las laminas de madera oscura de una persiana que se mecía al compás de una suave brisa, haciendo que la sombra sobre el suelo creara una falsa sensación de encontrarnos navegando al pairo en un viejo navío. Apoyados en una mesa de madera rugosa y mal lijada cual lobos de mar contando viejas historias,   me encontraba con un par de buenos compañeros tomando unas cervezas, saboreando cada trago refrescante que bañaba la garganta, notando estallar cada   burbuja en el paladar. Uno de ellos, el más joven, alto, delgado, barbilampiño y de mirada rasgada, contaba su reciente experiencia con una mujer. La conoció durante una noche, se fijó en ella nada más entrar, casi de su misma estatura con una melena hasta la cintura de pelo castaño oscuro, liso, y con destellos azabache. La cara blanca como la leche, haciendo contraste con unos lab...

SITUACIONES EMBARAZOSAS

Lo peor de caerse no es el golpe sino la cara de tonto que se le queda a uno. Recuerdo una vez que paseando al perro me pegué un porrazo contra una señal de tráfico. Todavía tiene que estar vibrando y con el traqueteo clan clan clan, pero continué como si nada hubiese pasado a pesar del dolor, con la esperanza de que no hubiera público que se estuviera partiendo la caja de tan tremendo leñazo. Porque lo peor de estas cosas es que alguien te haya visto. Y qué tendrá eso de que se caiga cualquiera, que arranca la risa de todo hijo de vecino, aunque el porrazo haya sido de los que quitan el hipo. Pero para risa nerviosa, de esa que uno no puede aguantarse y sabes que te va a meter de cabeza en un jaleo, recuerdo una vez, en un ensayo de un acto ceremonioso, en el que encontrándome en primera fila y con un compañero detrás de mí, radiando los actos en plan programa de los que hacían los de Gomaespuma, para así matar el tedio, f ui observado por el jefe de la tribu, que al percatarse...

¿Por qué queremos tener hijos?

Muchos se lo habrán preguntado, seguro que se ha escrito sobre el tema, incluso habrá algún libro que verse sobre el asunto, pero como lo mejor es la sabiduría popular, yo lo he estado preguntando a amigos y conocidos   de diferente condición. Y por sorprendente que pueda parecer, no hay un motivo contundente. En una decisión que debe haber sido meditada, valorando pros y contras, al interrogar sobre el porqué, las respuestas son ambiguas. Evidentemente hay un alto porcentaje de motivación en el instinto primario que nos obliga a perpetuar la especie, y garantizar así la continuidad de nuestros genes. Pero no es menos cierto, que esos instintos animales los controlamos bastante bien, y hoy en día, no vamos dando garrotazos en la cabeza a las hembras fecundables, arrastrándolas de los pelos   a la cueva para poder procrear ( al menos la mayoría de nosotros.) Sabiendo que la vida no es un camino de rosas, o lo mejor sí, pero las rosas tienen un tallo repleto de espinas y ...

CHUSMAÑA

Repasando el año, los que mandan nos dicen que las medidas que han tomado son duras pero necesarias, y que de no aplicarlas estaríamos mucho peor. No sé como estaríamos, pero tiemblo pensando en como podemos estar. Y esto no viene de ahora, ya trae su bagaje, diría yo desde principio de los tiempos. Divagando con un compañero a las cuatro de la mañana de una noche invernal, me preguntaba el colega, que si viniesen unos extraterrestres a invadirnos, cómo actuaríamos en España, y yo con mi cerebro al sesenta por ciento de neuronas activas, le contestaba, que haríamos como en los últimos años   con los que han venido de fuera.     A los que venían del norte en vuelos low-cost.   Emborrachándolos con sangría y permisividad al vandalismo sin consecuencias. Después de todo los chavales tenían que divertirse en algún sitio y diluir en alcohol el más mínimo atisbo de civismo, que en su país seguro que sí ejercitaban. Pero aquí no pasa nada. A los mayores del mi...

EN EL 2013 UNA CRISIS DIFERENTE

 Como era de esperar la extinción   del mundo, así en plan, todos a una que el tortazo va a ser gordo, pensando en que si el mal es de muchos consuelo de tontos, o consolándome con que más tiene que perder el más tenga y como yo no tengo de nada que se jodan los ricos, no ha comenzado. Aunque fines del mundo acontecen todos los días, pero son a nivel individual, y como de esos hay tantos como personas y somos muchos millones de ellas, prefiero tocar un tema de esos superficiales, pero a los que me gusta buscarle su particular calado. En el año   2013 me toca sufrir otra crisis, nací en 1973, así que si llego a finales de mayo sin sufrir de avería irreversible, cumpliré las 40 castañas. Si no querías sopa, toma dos tazas, “pringao.” Porque es lo que dicen, que a los cuarenta   sufrimos de una crisis cuyo principal síntoma es desear volver a ser joven, y para ello, se buscan estímulos rápidos y pasajeros más propios de gente con veinte. Uno quizá pueda pensar que...

La odisea de la reclamación

Salvo los que   habiten en cuevas, tengan alergia a las ondas magnéticas y aparatos electrónicos, o como Bob esponja vivan en una piña debajo del mar. Quién no ha sufrido la tediosa, agónica, desesperante, eterna y enredada odisea que supone, tratar mediante una reclamación, de solucionar algún error en la facturación, de servicios contratados con empresas de televisión de pago, internet o telefonía. Esta vez me ha tocado a mí, y como no puedo estar callado, ni tengo ganas de bajar al garaje a darle de hostias al saco, para así desahogarme, voy a castigar el teclado contando mi periplo y de paso lo publico en mi blog, para así agregarlo, a la incalculable suma de nefastas experiencias ocurridas con este tipo de servicios. Abrir una carta de correo, sabiendo que es una factura, suele sentar como una patada en el estómago, y más en estos latosos tiempos de crisis, pero cuando el montante de la factura, que   esa no falta ningún mes, multiplica por cinco lo que te espe...