jueves

LA CÁLIDA BRISA DEL SUR (Capítulo 4)

 

4 La encrucijada.-

-¿Qué haces por aquí Alex, no tenías una barbacoa en casa? Me preguntó Eva, con una voz que sonaba cansada después de un largo día trabajando.

-¡Buf! Sí, pero se nos ha ido un poco de las manos, nos hemos juntado mucha gente y algo me ha sentado mal, dije pasándome la mano por el estómago aunque más bien tenía que habérmela pasado por el culo. Así que he salido a caminar y sin darme cuenta he llegado hasta el Havana.

-Pues ya era hora que vinieras por aquí, desde que me vine no te has pasado ni a saludar majo. ¿Qué pasa que las gemelas te cuidan bien?

-Je je. No pude decir otra cosa, algún día lo recordaré y quizá me de la risa de verdad pensé.

-¿Quieres tomar algo? Me preguntó señalando un taburete junto a la barra.

-No te quiero molestar que veo que estás terminando.

-Venga tómate algo me quedan diez minutos, cierro le dejo las llaves a Paco y para casa. Dijo señalando con la mirada a un hombre de unos sesenta años corpulento y con frondoso bigote sentado al final de la terraza en una silla desde la que me observaba en silencio mientras le daba largas caladas a un cigarrillo.

-Ahhh hola…, Paco, perdón no sabía que tenías compañía.

-A una chavala no se le dice que no a una invitación, dijo a modo de saludo con una voz profunda y ronca, sentenciado con otra larga calada a su cigarrillo sin apartar la mirada.

-Sí, sí, claro, una botella de agua por favor Eva.

-¿Agua? Preguntó sorprendida Eva, pues sí que te ha sentado mal lo que sea, dijo moviendo la cabeza de un lado a otro con un tono de guasa claramente perceptible.

-Sí, es que he cenado fuerte. Contesté poco convencido de que colase.

-Bueno pues esto ya está, Paco cuidame a Alex, me voy a cambiar de ropa, estoy en cinco minutos, dijo Eva en alto para que le escuchase Paco quitándose un delantal negro que le llegaba a los tobillos.

-A cambiar..., dijo Paco, vale Eva tu tranquila…, ven aquí chaval siéntate a mi lado dijo enfatizando su orden con una par de fuertes palmadas a una silla junto a él.

-Voy dije dando un salto del taburete.

-Que chavala más maja Eva, dijo Paco mirándome fijamente y encendiendo un cigarrillo con lo poco que el quedaba de otro.

-Sí, sí, majísima dije dando un trago a mi botella de agua, ligeramente acongojado por el tono de voz y la presencia corpulenta de Paco. ¿Y usted es cliente habitual? Pregunté apartando la mirada.

-No... Yo cuido de ésto. Contestó secamente. Y continuó tras unos segundos eternos de silencio incomodo. Soy guardia civil jubilado, y con la pensión que me ha quedado no me llega, así que como tampoco puedo dormir bien después de cuarenta años trabajando a turnos, me vengo a cuidar de los amigos de los ajeno este negocio, y algo me saco, por lo menos para los vicios, dijo levantando el cigarro al que dio una larga calada otra vez.

-Que maja Eva. Repitió nuevamente, otro silencio, si yo tuviese treinta años menos, y treinta kilos menos también, dijo golpeándose con las palmas de sus enormes manos una prominente barriga, todos los días vendría a buscarla con un ramo de flores y unos bombones, por que a las mujeres hay que cortejarlas, hay que ser un galán para que se enamoren de uno, y no todos valen. Dijo mientras me señalaba con los dedos entre los que sujetaba su cigarro, volviendo a sentenciar sus palabras con una larga calada sosteniéndome la mirada.

-Sí, sí, estoy totalmente de acuerdo con usted. Dije volviendo a beber de la botella de agua, mirando alrededor del chiringuito. Anda mirá la bici de Eva, voy a echarle un ojo que estaba pensando en comprarme una, dije levantándome raudo con la primera excusa que se me ocurrió para así escaquearme.

Eva en el baño se mojaba el pelo con un acondicionador que ondulaba el pelo, no sabía porqué, pero echaba de menos a Alex, su presencia en la terraza del apartamento había sido una constante los últimos meses, se pasaba horas allí, y ella notaba que le observaba, era un desastre de chico. Bebía mucho y no se cuidaba, era como un niño pequeño al que tenía obligar a que comiera algo, siempre desaliñado y con el ánimo por los suelos. Cuando venía a la cafetería se sentaba mirando al infinito, con la mirada perdida, ausente, pero ella se había acostumbrado a su presencia melancólica y distraída. Se puso el vestido que había llevado a posta, nunca se cambiaba, iba y venía de casa con el pantalón y el polo del trabajo en la bici, pero ese día sabiendo por su hermano Domingo que se reunían en la casa de Alex pensó en pasar a saludar una vez terminase su jornada.

Aunque realmente sabía que no hubiese ido, que se hubiese marchado a casa, se alegraba de haberse llevado el vestido, se perfumó y se pintó sutilmente los labios. “Que estoy haciendo pensaba” si luego es un donjuán, con ese aire melancólico, que le hace aun mas atractivo, podría tener a la chica que quisiera, y yo no tengo tiempo para relaciones que me compliquen la existencia, ya tenía que haber escarmentado, dedicarme a trabajar y seguir ahorrando por si todo se complica al final y tengo que salir huyendo con mi niña. Tendría que dejarme de tonterías, pero no sé que tiene que me atrae, y soy joven, no tengo derecho al menos a coquetear, a sentirme guapa a que me miren con deseo, mi vida tiene que ser de recogimiento, tengo que sentirme vieja y ver como los años se me escapan entre los dedos de las manos como si fueran arena de la playa, por que una vez me equivoqué..., además, de ese error nació lo más bonito que tengo en esta vida.

Alex jugaba distraído con el timbre de la bici de Eva, fuera del chiringuito corría una brisa fresca reconfortante, y así evitaba la mirada de Paco y sus veladas advertencias sobre como tenía que comportarme con Eva, si ni siquiera sabía porqué había llegado allí, yo solo salí a caminar y necesitaba estar tranquilo, sin más.

Paco, en el interior de chiringuito sintonizaba un radio transistor con antena telescópica, sonaba la canción de “A puro dolor” cantado por “Son By Four”

Cariño mio

Sin ti yo me siento vacío

Las tardes son un laberinto

Y las noches me saben a puro dolor.

Eva se despedía de Paco y salía a mi encuentro, lucía un vestido veraniego por encima de la rodilla vaporoso, con la ligera brisa, se le ajustó al cuerpo resaltando su figura, el tiempo se paró, y me moría de envidia por no ser esa tela que tenía la suerte de rozar su piel.

-¡¡¡Auch!!! Me pellizque la mano con el freno de la bici.

-¿Estás bien? Preguntó Eva acercándose y cogiendo mi mano que por el pellizco tenía un punto de sangre.

Y al estar tan cerca de mi, su aroma embriagador inundó mi ser, el contacto de su mano hizo que la piel se me erizase por toda la espalda, noté el calor de su cuerpo y me temblaron las piernas, creí desmayarme. Como quien recibe una chispa de corriente le retiré mi mano, quizá más bruscamente de lo hubiese querido.

-No, sí, no te preocupes, estoy bien, es que estoy muy torpe. Te acompaño a casa, ¿por donde vamos? Le pregunté interponiendo la bici entre los dos, para evitar caminar a su lado. Temía que al pasear junto a ella no pudiera soportar las ganas de sujetarla por la cintura atraerla hacía mi cuerpo y fundirme con ella. Tenía que luchar contra el ferviente deseo de besarla y agarraba el manillar de la bici con tanta fuerza que me dolían los brazos. Comencé a notar un fuerte dolor en el pecho y un ligero mareo, me dí cuenta de que no estaba respirando.

-¡Buffff! Respiré hondo. Pero mirando al lado contrario de donde se encontraba Eva. Sabía que tenía que evitar a toda costa la fragancia de su piel, estaba seguro que no era el perfume o a lo mejor era el perfume mezclado con su piel, pero el olor que emanaba era una esencia tan embriagadora que temía no controlarme, ¿Pero que diablos me está pasando? Me preguntaba casi al borde de entrar en pánico.

-¿De verdad que estás bien Alex? Preguntó Eva con un ligero tono de preocupación.

-La verdad es que no... No estoy bien. Es más... para serte sincero me encuentro fatal. Te lo tengo que contar. Pero te pido por favor que no te enfades.

-Me estas asustando Alex ¿Que ocurre?

Caminando por la ronda litoral habíamos subido una empinada cuesta que nos dejaba a la altura de la carretera que salía de Estepona, sobre la playa del Cristo, estábamos parados en el mirador, dejé apoyada la bici en el pasa manos metálico al que me sujeté con fuerza. La vista era espectacular, la luna arrancaba destellos de plata sobre sobre el mar, toda la línea de la costa se dibujaba con las farolas y luces de edificios y viviendas discurriendo serpenteante, diseñada por el caprichoso vaivén de las olas a lo largo de miles de años. Eva frente a mi me miraba expectante, yo no podía sostener la vista de unos ojos que cegaban los míos con la fuerza que lo hace la luz del sol.

-Pues que estoy fatal… que tu hermano ha llevado a la barbacoa un bizcocho y le ha echado algo que no me ha sentado nada bien. Pero no te enfades con él, de verdad, es un buen chaval, para mi es un buen amigo.

-Ya, el bizcocho de la risa. ¡Ese chico es tonto! Un día se va a meter en un jaleo y parece mentira que le defiendas, si cada vez que os juntáis acaba preparando algún follón. Dijo en tono de reproche.

-No, no, de verdad es un buen amigo, y tiene muy buen corazón, y sin darme cuenta sujeté la mano de Eva, y todo el calor del universo me incendió por dentro derritiendo mi alma, y volví a soltar la mano asustado de no poder controlarme. ¿Seguimos? Le pregunté cogiéndome nuevamente al manillar de la bici, y eludiendo con ella, caminar a su lado utilizándola como barrera de seguridad que mantuviera una distancia prudencial que evitase ni tan solo rozarla.

Continuamos paseando diez minutos más sin cruzar una palabra, caminábamos lentos pero mi corazón latía a mil pulsaciones, llegué a temer que Eva pudiera escucharlo, era una locomotora a máxima velocidad.

- Vivó aquí, dijo Eva parándose frente a una casa baja encalada en Blanco en el barrio que era conocido como el de los pescadores. Varias plantas sembradas con jazmines adornaban la pared. Muchas gracias por acompañarme Alex.

-Para nada ha sido un placer, además necesitaba caminar para despejarme, es más, yo voy a seguir un rato le dije mientras me alejaba.

-Alex.

-¿Sí?

-La bici, dijo señalándola, es mía y la necesitaré mañana.

- ¡Uy! Estoy tonto. Perdona dije apoyándola en la fachada de la casa. Bueno pues tenemos que repetir el paseo, me ha resultado muy agradable, dije mientras me frotaba las manos nervioso.

-Claro que sí, y se acerco a mi. Muchas gracias por ser tan comprensivo con mi hermano, dijo a la vez que me abrazaba pasando sus brazos alrededor de mi cuello. Creí morir, o deseé que el mundo terminase en ese instante, noté cada parte de su cuerpo rozando el mío y cada milímetro de mi piel estallaba de gozo. Se apartó de mi lado y arrastraba mi alma con ella. Se quedó frente a mi, mirándome.

-Alex...

-Sí. Pregunté aturdido.

-¿Me sueltas? Dijo señalando mis manos que estaban apoyadas en su cintura.

-¡Ay! Sí perdona, dije separándolas de su cintura, para lo que tuve que usar toda la fuerza de mi ser.

-¡Bueno Chao! Me dijo tirándome un beso con la mano y abriendo la puerta de su casa.

-¡Chao! La contesté haciendo que cogía el beso del aire de la manera más absurda y ridícula que podría haber hecho y poniéndomelo en la mejilla. ¿Eva?

-¿Sí? Me preguntó bajo el marco de su puerta.

-No, nada que no sé si te he dicho que hoy estas muy guapa.

-Ah…,vale..., gracias, dijo sonriendo, tu también Alex.

No se puede ser más gilipollas, me di dos ligeros bofetones en la cara y me senté en el respaldo de un banco apoyando los codos sobre las rodillas y sujetando mi cabeza entre las manos. “Eres tonto del culo” “ No sé si te he dicho que hoy estas muy guapa” “Solo hoy” “El resto de días eres un adefesio” “calladito estas más guapo tío” “además que huevos estás haciendo, vas a cometer el error de enamorarte, ni se te ocurra”

Continué caminando por las calles vacías, la parte más antigua de Estepona, calles estrechas con casas bajas encaladas de blanco y decoradas con macetas y plantas por doquier que habían conseguido el título para la ciudad del jardín de la costa del sol, pero toda esa belleza para mi pasaba inadvertida ante la vorágine de pensamientos que se agolpaban en mi cabeza, pasé caminando por el castillo de San Luis, y acabé sentado en un banco de la plaza de las flores, una pequeña plaza con uno de los jardines con más encanto que había visto jamás. Tenía emociones contradictorias, por un lado ansiaba estar con Eva, tenía que reprimir el deseo de regresar a su casa, llamar a la puerta y besarla con pasión, por otro lado, me reprochaba tan solo la idea de pensar en ello, con una herida abierta que había dado un vuelco completo a mi vida, cómo se me podía ocurrir tan solo pensar en ceder a mis sentimientos, tenía que ser más sensato, incluso más egoísta, no podía consentir volver a enamorarme, ponerme en una situación vulnerable sería un grave error con resultados fatales. Mi alma se había roto en mil pedazos de cristal, y tratando de recomponerla, con cada pedazo que recogía, me provocaba un corte sangrante, otra herida que tenía que cicatrizar.

Seguí caminando, regresé al paseo marítimo y caminé por la orilla de la playa en dirección al puerto, había pasado horas divagando, el sol despertaba perezoso por el horizonte, las olas rompían con suavidad sobre una playa desierta a esa hora. Permanecí un rato de pie absorbiendo la luz y el calor de los primeros rayos de sol, tratando de recuperarme espiritual y físicamente, la brisa se había tornado más fuerte y la humedad calaba mis huesos, causandome escalofríos.

Regresé caminando pasando junto al faro de punta doncella, de veinte metros de altura de torre en forma octogonal y construido en piedra se erguía orgulloso sobre el puerto.

Una larga nave de la lonja y una línea de playa se interponían entre el faro y el mar.

Muchos años atrás, las olas llegaban a acariciar las rocas sobre el acantilado en el que se decidió construir el faro de punta doncella. Recordé la leyenda que cuenta como una joven de alta cuna saltó al mar desde las escarpadas piedras sufriendo por un amor imposible con un hombre que su familia no aceptaba, y de ahí ese nombre. Y yo mancillé ese bonito nombre, esa historia romántica, despertando borracho entre las piernas de una mujer, y menos mal pensé recordando a Sofía.

Volvía a Divagar. ¿Qué es el amor? ¿Cómo esa pasión y deseo por otra persona pueden llevar a la locura, a la desesperanza e incluso empujar a la muerte si no puede ser correspondido, como le pasó a la joven doncella?

¿Era amor lo que yo había sentido por Marta? Desde luego el sufrimiento que me había causado, su traición, no podía compararse emocionalmente con cualquier otra situación que hubiera experimentado a lo largo de mi vida. ¿Y que me estaba pasando con Eva?

Ya me había cansado de penar por Marta, no era justo, no tenía porque sentirme culpable cuando yo era la víctima. No estaba dispuesto a sucumbir a una vida de tristeza perpetua y desilusión. A sentirme avergonzado de algo que yo no había hecho.

Mi dignidad estaba maltrecha, y era lógico, cuando había sido pisoteada sin atisbo de misericordia por una mujer que no me quería, por que si algo me quedaba claro, es que si me hubiese amado, no hubiera hecho lo que hizo, yo no estaría aún tratando de asimilar lo ocurrido, y ahora quería exponerme a una situación semejante con Eva, a ponerme en sus manos, no, desde luego que no lo iba a consentir. Lo evitaría a toda costa.

Justo cuando cruzaba bajo el soportal e iba a subir las escaleras hacia mi apartamento, un coche patrulla de la policía local paró a mi lado.

-¿Que pasa primo? ¿Que haces despierto a estas horas? Claro no me digas nada, otra vez de fiesta hasta última hora. ¡Eres un puto vividor!

-Buenos días, contesté desganado.

-Sube que tenemos que hablar, me dijo señalando con la cabeza la parte trasera del coche patrulla.

-No me jodas primo que estoy agotado. ¿No puede ser en otro momento?

- El tema es serio, dijo mi primo Dani volviendo a señalar la parte trasera del patrulla.

Resignado subí al vehículo, me sorprendí al ver a Nuria conduciendo.

-Buenos días Donjuán, otra noche de rondar, y por la hora has triunfado, me dijo mirando por el retrovisor.

-No, no creas Nuria, dije recostándome en el asiento.

-Claro te entiendo, hay mujeres que dejamos huella, me dijo guiñándome un ojo, vamos a tomar un café que te veo agotado.

-Pues sí os lo agradezco.

Sentados en la terraza de una churrería regentada por una familia de chinos, mi primo Dani me contaba novedades.

- Vamos a ver primo. Tu coche, ¿Dónde lo tienes?

-¿Qué coche?

-Pues uno que está a tu nombre, Alejandro Dionisio Trujillo Villamayor Márquez de Rojas, y si quieres sigo con los apellidos de los abuelos capullo.

- Mi coche...No sé… lo deje aparcado… no recuerdo donde… por el puerto… llevo mucho sin conducir.

-Sin conducir.¡Mis Huevos! Sin conducir… Ayer llamaron de capitanía del puerto, un buceador había localizado en la bocana sumergido tu coche. ¿Qué pasa que lo aparcaste en el puto fondo del mar pedazo de gilipollas?¡Seguro que ibas pedo!Pues el estacazo es gordo. La multa es de las que escuecen imbécil.

-¡No me jodas primo! Me habrán robado el coche yo que sé. Le contesté mintiéndole.

-Sí, claro, con la llave. Dijo sacando la llave del que era mi coche y poniéndola sobre la mesa.

-Pues igual me las dejé puestas, tu sabes que llevo bebiendo mucho y ha habido veces que no sabía ni si quiera donde me despertaba.

-Y entonces que estuvieran las maletas dentro del coche o que también estuviera tu teléfono no significa nada, dijo sacando el que fuera mi teléfono y dejándolo encima de la mesa.

-Significa simplemente que las maletas estaban dentro del coche cuando me lo robaron y que el teléfono también. Sabes perfectamente que he estado pasando una mala racha.

-Bueno dejate de historias, conozco gente de capitanía, son de confianza y podemos tapar el asunto pero me va a costar alguna que otra cena, pedir favores.

-Pues yo estoy tieso de pasta, estoy sobreviviendo con mis ahorros y la cuenta baja deprisa primo. Como no quieras vender el coche y con lo que saques te apañas, otra cosa no puedo hacer.

-Vale me apaño con eso, dejame hacer gestiones.

-El teléfono sí me lo quedo. Dije cogiendo el teléfono con una idea que me rondaba.

-Es tuyo, dijo encogiéndose de hombros, pero no creo que te funcione, pero vamos como si quieres usarlo de pisa papeles, de todas formas al grano, si la cagas en algo avisame, porque igual estas cosas se solucionan más fácilmente de otra manera capullo, Por cierto he escuchado por ahí que eres colega de las gemelas de la cafetería frente a tu apartamento, por solucionarte el follón éste del coche, a ver si me las presentas primo.

-¿Las gemelas? Pregunté recordando mi reciente experiencia, son jóvenes pero también mujeres de armas tomar primo.

-¡Ja! A mi no me asusta ninguna mujer, soy una puta máquina, dijo dándose una palmada en el pecho.

El comentario provocó que Nuria, que se encontraba ajena a la conversación, mensajeandose con alguien con su teléfono móvil levantase la cabeza.

-¿Perdona? Preguntaba a mi primo con cara de sorprendida, como puedes ser tan bocazas y mentiroso, bueno... sí, lo sé,no hace falta que me contestes.

-¡Vale primo! Dije entre cortando la lucha de egos que se avecinaba, te prometo que voy a hablar a las gemelas bien de ti y de lo machote que eres, ya me contarás, le dije sabiendo que lo que le iba a pasar no me lo contaría.

Regresé caminando hasta el puerto, pero en lugar de subir al apartamento, pasé por la oficina de la administración del edificio, Jane me dejó utilizar el teléfono y uno de los ordenadores donde permanecí haciendo gestiones. Conseguí localizar a Richi, un colega de profesión y muy buen amigo, una de las pocas personas a las que en cierta medida tenía envidia, un tipo rabiosamente inteligente, un verdadero tiburón, pero con el concepto claro desde que comenzó a ganar dinero, podría conseguir lo que quisiera, se lo rifaban en los mejores bufetes y las más importantes entidades bancarias. Pero él lo tenía claro, trabajar para vivir no vivir para trabajar, y en cuanto ganaba el dinero suficiente para su siguiente plan, lo dejaba todo. Su vicio los deportes de navegación tabla, vela, cometa, y además había conocido en el gimnasio en el que entrenábamos a Lucía, una chica dinámica y alegre con los mismos gustos deportivos y un planteamiento de vida semejante.

Dejé para enviar por correo ordinario un sobre al apartado de correos que Richi me había indicado y después de mantener una conversación telefónica, quedamos en vernos personalmente, en dos semanas bajaba de vacaciones a tarifa con Lucía para hacer Kitesurf, así que con el resultado de las gestiones que le había encomendado nos veríamos en Estepona.

Esas dos semanas fueron bastante tediosas, el hecho de no estar borracho una parte importante del día, generaba como daño colateral que las horas pasaran lentamente.

Evitaba a toda costa pasar por el Havana no quería ver a Eva, en la cafetería donde estaban las gemelas tampoco me apetecía estar, Domingo y Sebas, venían de visita pero con el verano en su apogeo hacían muchas horas. Mis días se basaban en largos paseos por el centro, de Estepona, la calle Real hasta la plazoleta Ortiz donde me sentaba a tomar café y regreso andando hasta el puerto, me aficioné a comprar libros en un quiosco instalado durante el verano en el paseo marítimo y pasaba las tardes sentado en la terraza del apartamento leyéndolos.

Entrada la tercera semana de agosto, coincidió que mi hermana con su familia se encontraban de vacaciones y recibí una llamada de Richi en la que me confirmaba que las gestiones habían sido positivas, que ya me diría. Como buen anfitrión decidí invitarles a todos a una comida, el problema es que mi hermana quería aprovechar el día en la playa con las niñas, y la mejor playa para el baño de los peques es la del Cristo, así que no me quedó más remedio que reservar mesa en el Havana.

Para olvidar el dolor que me había provocado Marta me refugié en el alcohol, y ahora que con el tiempo había diluido esas desagradables emociones que afloraban esporádicamente, casi acostumbrado, siendo poco más que un ligero escozor en el orgullo, tenía que evitar emborracharme, porque tenía miedo de perder el control ceder a mis sentimientos y terminar entregando mi corazón a Eva. No, no estaba dispuesto ya sabía lo que era sufrir por amor y duele, duele por dentro, quema como lo hace la pólvora llegando a lo más profundo de tu ser. Las mariposas en el estómago para quien las quiera, los efectos secundarios ocasionados hacían que no mereciese la pena.

Aúnque sabía que mi hermana y su familia habían llegado temprano a la playa yo no llegué al Havana hasta pasadas las doce, la noche anterior ni si quiera pude dormir tranquilo, y al llegar caminando mis mayores temores se hacían realidad, el pulso se me aceleraba y me faltaba el aire, por una parte deseaba ver a Eva, y por otra, esperaba que no estuviera, que algo la hubiese impedido acudir el trabajo.

Richi y su novia Lucía estaban sentados en una mesa, “vaya pareja de postal” pensé, parecen sacados de una serie de surferos o de un anuncio de perfume, ya me gustaría no ser como ellos, sino sentirme así, solo verles uno podía advertir tranquilidad, equilibrio y una vida plena en ambos.

Abracé a los dos, un abrazo largo y sincero, reconfortante, en el fondo pensaba en poder robarles un poco de su energía.

No había hablado con ellos en mucho tiempo, tampoco me preguntaron, solo escucharon lo que yo quise contar, sin prejuicios, sin opiniones o consejos.

-Bueno, me tienes en ascuas ¿Como fue el encargo que te hice Richi?

-Estaba esperando que me preguntases, sonrió mientras buscaba en una mochila que tenía a sus pies, de la tarjeta de memoria del teléfono se pudieron recuperar todos los archivos, fotografiás y videos, los tienes aquí ,, todos menos uno, me dijo deslizando un pen-drive sobre la mesa.

-No lo quiero, no quiero tener esas fotografías, esos recuerdos son unas paginas de mi vida que trataré de borrar para siempre, dije empujándolo hacia Richi, temiendo que su solo contacto me quemase.

-Bueno, te lo guardo yo, nunca se sabe. De lo otro, aquí tienes, me dijo pasándome un sobre de tamaño folio. Treinta mil euros en B, y por otro lado tu finiquito y el paro arreglado. El viejo nada más ver el video se cagó, pero más preocupado por el prestigio del bufete o lo que pensaran sus socios si se filtraba, que por lo que pensaría su mujer. Eso sí, tienes que firmar un contrato de confidencialidad y si sale a la luz, te comprometes a pagar diez veces más.

-¿Donde hay que firmar?

-Ya está todo arreglado, de todas maneras tengo una copia del video, si el viejo se muere, puedes volver a usarlo, la otra parte no conoce nada. Me dijo sonriendo con malicia.

-¿Has descontado tu porcentaje? Le pregunté mirando en el interior del sobre donde estaban los fajos de billetes.

-No Alex, esto lo he hecho como tu amigo.

-Ni se te ocurra, como amigo podríamos tener ambos problemas, te contraté como mi abogado, me tienes que hacer una factura por tu asistencia letrada y te daré lo mismo en B. No cabe discusión hermano.

Había estado concentrado en la conversación con Richi y Lucía, tratando de evitar cruzar la mirada Eva, cuando al fin la vi el saludo con ella fue poco más que fútil, frío y aséptico por ambas partes.

Reunido con la familia y los amigos comiendo, charlando, riendo, no me resultó para nada incomodo o dificultoso sobrellevar tenerla tan cerca, ella por su lado, no se acercó a nuestra mesa ajena a lo que allí sucedía, ajena a mi presencia.

Pero en la sobre mesa después de el vino que regó la comida, y ya con una copa en la mano, me sorprendí varias veces buscándola con la mirada.

Domingo pasó a tomar café en su hora de la comida, ya por la tarde tenía alquiladas casi todas las sombrillas del chiringuito. También pasó mi primo que estaba de servicio junto a Nuria, se sentaron a charlar con mi hermana y mi cuñado, la excusa perfecta para acercarme a la barra y estar más cerca de Eva.

El alcohol había debilitado mi barrera de seguridad, pero ella se mostraba fría. Tenía sentido, la había evitado desde la noche que la acompañé a casa paseando, y ahora trataba de ser simpático y además quería que riera mis gracietas.

Un tipo alto y delgado de cara huesuda, con la cabeza rapada, miraba a Eva fijamente desde fuera del Havana, ella se percató de su presencia y salió a su encuentro arrojando un paño de cocina con fuerza sobre el fregadero. Discutían, con la música no entendía lo que hablaban pero por los gestos era evidente que nada bonito se estaban diciendo.

De repente la agarró por la muñeca, ella intentó liberarse pero no pudo, el tipo la sujetaba fuertemente, las venas del cuello se le hinchaban y se inclinaba sobre ella amenazadoramente, me acerqué rápidamente.

-¡Oye! Le grité. Suelta a Eva.

-¿Tu quién mierda eres?

-Suelta a Eva ¡Gilipollas! Le contesté.

Y sí, la soltó. Se acercó a mi de dos pasos y de la primera hostia que me calzó se me hizo de noche. K.O. técnico y a la arena. El combate más rápido de la historia de Estepona, Málaga y seguramente toda Andalucía.

Me desperté, al tipo se lo llevaban mi primo y Nuria detenido, mira por primera vez valía la pena su presencia pensé. Estaba sentado en una silla, Richi a mi lado y Lucía sujetando un poco de papel higiénico contra mi ceja que del golpe se me había abierto y sangraba.

Eva vino con una bolsa con hielo y unos puntos de aproximación y entre ella y Lucía me curaron.

-¿Quién era ese tío? Le pregunté

-El padre de mi hija y el mayor hijo de puta que he conocido. Me contestó Eva.

-¡Vaya! No sé que decir, dije sorprendido. Lucía se marchó dejándonos solos.

-Es el motivo por el que trabajo como una burra, solo pienso en ahorrar dinero, por que sé que tarde o temprano tendré que huir, sino nos acabará haciendo más daño.

-Pero...Perdona igual no es asunto mío ¿Que te ha pegado en otras ocasiones?

-Una paliza que casi me mata, estuvo unos meses en prisión, el tiempo suficiente para hacer buenos amigos, cuando salió se dedicó a amargarme la existencia a pesar de tener una orden de alejamiento, y al tráfico de drogas, pero como es bastante estúpido le cogieron enseguida, llevaba tiempo sin verle, y lo primero que ha hecho en su primer permiso de la carcel es venir a verme. ¡Que hijo de puta! Dijo con rabia y algo de miedo.

-Pues sí, estúpido si tiene que ser, no soy penalista pero si la orden de alejamiento sigue en vigor y con la movida que ha preparado aquí, igual en un par de años no le vuelven a dar otro permiso, hablaré con mi primo para denunciar las lesiones y si se ha resistido a la detención pues mejor.

- Resistido no, le ha pegado a tu primo también, lo ha tumbado Nuria de una patada en los huevos, dijo Eva disfrutando tan solo con recordar el instante.

-Pues cojonudo atentado a agente de la autoridad, lo que tu dices, muy tonto.

Permanecimos un rato en silencio, yo sentado en una silla, Ella a mi lado sujetaba la bolsa con hielo y nuevamente, consciente de su cuerpo cerca del mío, comencé a sentirme débil, me faltaban las fuerzas para evitar cogerla por la cintura y besarla.

-Muchas gracias, me dijo.

-¿Por qué?

-Por defenderme.

-Bueno defenderte, no sé, una distracción para hacerte ganar unos segundos, pero pocos, creo que no aguanté ni cinco segundos.

-¡Ja ja! Rió, mi príncipe azul.

-Morado, mejor morado, dije señalándome el ojo que se estaba hinchando a pesar del hielo.

-Muchas gracias Alex, y acercándose me dio un beso en la mejilla, un solo beso que hizo que me derritiera como un helado al Sol.

-No hay de qué, contesté aturdido.

Regresé a la mesa donde estaban Domingo, Richi y Lucía charlando y de guasa comenzaron a vitorearme nada más verme.

-¡Cabrones!

-Mirá lo que me están contando Richi y Lucía, que se van de ruta por Australia, me dijo Domingo.

-¿No jodas? Pregunté a Richi con la mirada.

-Si tío, nos vamos a Tarifa ahora, pero teníamos estudiado un viaje en caravana por Australia, recorrer toda la costa buscando lugares donde surfear olas, en plan aventura total.

-¡Quién pudiera! Dijo Domingo.

- Oye la caravana que tenemos mirada es para cuatro, por mi no hay problema dijo Lucía a Domingo, así compartimos gastos.

-No creo que tenga pasta para eso, dijo Domingo apenado.

-Eso no es problema, dije, me sorprendí nuevamente buscando con la mirada a Eva y tomé la decisión de marcharme o estaba perdido. Nos vamos con vosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario